Es casi milagroso que un artista con el que discrepo en muchísimos asuntos importantes tenga la capacidad de emocionarme tanto con su obra.
En realidad cada vez soy mas consciente de que hay fuerzas vibratorias que se encuentran en frecuencias menos densas de las que aparentamos.
Eso me pasa con Ducasse.
No se llama Ducasse pero me gusta llamarle así:
Ducasse hace alusión al conde de Lautreamont, como ya os habréis imaginado y Sade, al marqués.
Reconozco que sin llegar a los extremos de esos amigos de Ducasse, tampoco estoy en el otro extremo.
Ya digo que no son los actos lo que nos une, sino intenciones profundas que vibran en la misma frecuencia.
Nunca me ha gustado la virtud, ni lo políticamente correcto, ni la hipocresía, ni la manada, ni las asociaciones, ni los ricos ni los poderosos ni los orgullosos ni los que chulean de lo contrario ni los que se justifican ni los que no lo hacen... Me gusta la vida, disfrutarla en exceso a poder ser y pago las facturas sin quejarme.
Por esto y por muchas cosas mas que solo Ducasse y yo sabemos e intuimos, agradezco que forme parte de mi vida, agradezco su trabajo que es humilde, potente, visceral, poético, valiente, estético y productivo.
Me encanta que una persona solo con una tijera, un bolígrafo, un papel reciclado sea capaz de hacer la revolución desde el arte y la poesía.