Nunca se me pasaría por el magín manchar mi impoluto blog personal con asuntos políticos, pero dada mi condición de artista, sublimo mi entorno así como mis emociones y como documentalista avispada, recojo lo que se presenta ante mis ojos.
Desde que era muy pequeña me fijaba en los carteles de las películas y los analizaba, me gustaban hasta tales extremos que decoré el dormitorio de mi casa con carteles de cine antiguos y maravillosos, a riesgo de que cayeran sobre nuestras cabezas, la del que entonces era mi marido, gran aficionado al cine, y la mia, pero el placer de ver esos carteles en la pared de mi cuarto me satisfacía.
Después vinieron los del circo que también me gustaban, me alegraban el verano aunque luego el circo me defraudaba; sin embargo a Jose María Ucelay le encantaba, dibujaba maravillas del natural, solo con un papel y un lápiz HB.
Mas tarde, empezó "el conflicto vasco" y las calles se llenaron de graffiti, expresión de un sentimiento popular.
No estaba permitido pero allí estaba el testimonio que yo recogí.
Hoy en día la libertad de expresión es algo que se desconoce, no sé si será porque no nos dejan y somos tontos o porque no nos dejamos nosotros a nosotros mismos.
Ayer estuve escuchando en radio Euskadi la despedida y la entrevista a Iñaki Antigüedad y me hizo recapacitar.
Recordé aquellos años en los que tanta gente expresaba sus emociones de las que me hice eco, fabricando una serie de piezas con mucho mimo, censuradas sin argumentos, menos en Llodio, cuyo alcalde era de HB.
Mi único pecado fue trasladar un trozo de calle y cambiarlo de contexto.
Nada ni nadie se hizo eco de mi trabajo, excepto en Llodio y nunca he vendido una sola pieza de esa serie llamada IRRINTZI.
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