Como costumbre dominical, he leido el texto de Jose Luis Brea en el salónKritik y he vuelto a reconciliarme con el arte.
Es imposible medir el arte, se escapa a las coordenadas de la lógica y a los paradigmas de la industria comercial.
El arte tiene sus propias leyes que lo llevan por sus propios cauces, por eso me gustaba y me sigue gustando Brea, porque lo respeta desde la polaridad cuántica y no admite sobornos.
Creo firmemente que solamente el tiempo es capaz de diferenciar lo que es arte de lo contrario.
Y dándole mas vueltas al asunto, quizás el espacio también.
Es diferente la reacción de los que ven una obra de arte en el MCA, que el el Aula de Cultura de Algorta, Getxo, Basque Country y lo digo por experiencia propia.
No soy capaz de criticar mis HERIDAS, pero la primera vez las expuse en Algorta y evidentemente no era el lugar adecuado.
Poco después estuve en Chicago y me vino el pensamiento de que allí hubieran cumplido una misión.
Me recuerda a mi misma.
Cuando era joven, me vestía un poco diferente de las demás mujeres casadas de mi edad y era criticada, lo cual me importaba poquísimo, por no decir nada.
Generalmente me compraba la ropa en Biarritz y allí me sentía como una catequista.
Einstein tenía razón: todo es relativo.
Mi madre sigue sufriendo con mis escotes, pero en Paris aprendí qu'il faut se degager.
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