El hecho de dedicar mi vida al arte a pesar de que corran malos tiempos para la lírica alegra mi existencia.
No me siento afín a los poetas que sufren y se expresan a través de la angustia vital, no soy existencialista.
Quizás pueda reconciliarme con los indiferentes, puesto que he renunciado al amor humano en el sentido romántico del término.
Dentro de mi sé perfectamente donde me encuentro y a donde pertenezco pero exteriormente la elección es demasiado extensa y me produce pánico, prefiero quedarme estática ante la cantidad de oportunidades que se presentan y no tomar decisiones, confío tanto en la vida y en su sabiduría que sabe mucho mejor que yo lo que me conviene.
Echar la siesta, descansar, comer perdices en salsa de chocolate y castañas, almejas a la marinera, bacalao al pil pil... beber, charlar, platicar de cosas que solo a mi me atañen, despreocuparme de lo que no me concierne directamente, y ansí (como diría Baroja) dejarme mecer por el columpio de la respiración que me mantiene viva...
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