Hace unos días Lucía Echevarría publicó en un tweet el video de Punset entrevistando al monje shaolín.
Lo quise ver pero la cara del entrevistado y su modo de estar me parecieron oscuros, sentí cierto rechazo, así que lo dejé nada mas empezar.
Cual fue mi sorpresa cuando al cabo de unas horas me entero de todo lo acaecido en Bilbao...
Y mayor aún cuando ayer se lo comento a mi hijo Jaime y me cuenta que tomó un par de clases con él en el gimnasio del centro comercial cercano a mi casa.
Le dio clase de taichí y a pesar de que no le gustó demasiado volvió porque las promesas de hacer cosas extraordinarias pudo mas que el rechazo inicial.
Ya el segundo día se sintió tan incómodo que lo dejó para siempre.
Una amiga que trabaja en mi casa me contó que hace unos 15 años cuando trabajaba en una cafetería de Bilbao cercana al gimnasio del supuesto monje le servía el desayuno todos los días y reconoce que era una persona de exquisita educación exhalando paz.
Tanto le impresionaba que durante años le venía la imagen de su rostro sereno.
Un compañero de voluntariado con quien he trabajado a menudo comentaba con entusiasmo sus ejercicios con el monje shaolin.
Yo misma he pasado mil veces frente a ese gimnasio y me llamaba la atención puesto que conozco el tai chi y me gusta muchísimo.
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