lunes, abril 30, 2012

DONALD JUDD













Reconozco que he nacido con suerte.
Me encuentro sin buscarlo con las cosas que mas me gustan del mundo.

Por ejemplo, cuando viajaba a lugares lejanos, solía para un día en Londres para ir a la Tate Modern y ni siquiera me preocupaba de enterarme de la expo temporal, me fiaba totalmente y generalmente me encontraba con antológicas impresionantes de mis artistas favoritos, pero cuando me encontré con
Donald Judd, me quedé en éxtasis.
Era tanta la resonancia que sentí, jamás me había pasado algo parecido. Su trabajo era la mínima expresión del minimalismo que tanto me complace y con el que tanta afinidad siento.

Realmente reconozco que disfruté profundamente.

Dado que en aquella ocasión iba hacia Australia y digo hacia porque ese camino es largo y las sorpresas y los cambios culturales se suceden a la velocidad del rayo, y en la casa donde me hospedo en Ipswich el anfitrión es artista, semiótico y diseñador, es decir muy culto, le llevé un catálogo de la expo y aparte de conocer la obra de Judd, le encantaba y sabía muchísimo sobre él.

Los australianos cultos son mucho mas cultos que los americanos y muy humildes.


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