Cuando me recuperé del accidente, poco a poco volví a disfrutar de la maravilla de poder andar, y así, poco a poco llegué al puertecito de Arriluce, en donde me quedaba embelesada contemplando los botes sencillos balanceándose al son de las olas y proyectando sombras trémulas.
Los inmortalicé y ¡qué buena idea tuve al hacerlo! ya que el super puerto deportivo ha arrasado con toda la poesía de ese lindo y encantador paraje.
Las heridas fueron un punto de inflexión en tu obra, despues las barcas, ahora entiendo el origen de las rayas.
ResponderEliminarEs muy interesante ver el progreso de tu trabajo, todo cobra sentido.
Me encantaría ver una exposicion tuya mostrando esta trayectoria.
O sea que te gustaría que hubiera aceptado la proposición de Krens.
ResponderEliminar