Haciendo honores una vez mas a las grandes mujeres que en el mundo han sido, no puedo dejar de exaltar a Rachel Ruysch, quien a pesar de haber tenido 10 hijos y un marido y de haber nacido en el siglo XVII, ha dejado una obra magnífica cuya fama transcendió sus años de pintora de gran talento y se mantuvo tras su muerte. Los precios de sus lienzos, se pagaban a un mínimo de 750 guilders, frente a los de Rembrandt, que raramente cobró más de 500 guilders, fueron los más altos alcanzados por una mujer artista en su época.
Nació en Amsterdam en 1664, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Anthony Frederick Ruysch, era profesor de anatomía y botánica. Su madre, María Post, era hija del prestigioso arquitecto Pieter Post. La habilidad de Rachel con el pincel fue detectada a una edad muy temprana y cuando sólo contaba 15 años ya estudiaba con Willem Van Aelst, uno de los pintores locales de flores y bodegones más reconocidos
Se hizo famosa muy deprisa por la singularidad de su estilo, de gran calidad técnica, y por la presencia en sus composiciones de elementos insólitos como serpientes, especímenes exóticos de la naturaleza y su gran variedad floral. También introdujo nuevos contextos para sus naturalezas muertas, como montes o bosques, en lugar del tradicional motivo de jarrón con flores sobre una mesa.
Sus primeras obras datan de 1682. A los 29 años se casó con Juriaen Pool, pintor de retratos. La pareja tuvo diez hijos, pero no supuso un freno para su carrera de pintora que continuó toda su vida, aunque algunas de sus obras le llevaron años de trabajo.
Falleció en Lille a los 83 años. Aunque su carrera artística se prolongó casi setenta años el conjunto de su obra no supera los cien lienzos lo que da una idea de la lentitud con que podía pintar.