Cuando mi hijo Carlos se ahogó, me quedé petrificada.
No reaccioné.
Mi ser carecía de resursos para afrontar un acontecimiento tan inesperado.
Me quedé embarazada porque me lo aconsejó Don Angel, el parroco de Barrika, me separé porque lo que si tenía, era una fuerza bruta para hacer lo que me apetecía sin tener en cuenta a nada ni a nadie y me dediqué a comer txuletones de Isla porque me sentía medio mareada. Así me curé la anemia yo solita.
Nació mi niño, me volqué en él y la vida siguió como si tal cosa.
En mi interior yo guardaba mi dolor y cuando veía niños a mi alrededor o mujeres embarazadas no decía nada, pero pensaba: No sabes la que te espera, desdichada.
Han pasado treinta y tres años.
He hecho millones de terapias y los mismos terapeutas ni se atrevían a tocar ese tema y yo seguía igual, creyéndome que Carlos seguía con nosotros en alguna medida...
Cuando nación mi nieta, de quien tengo prohibido mostrar fotos, resultó que se curaron todos mis males de repente:
Ahora hablo con todos los niños, juego con ellos, con mi Odita Greta se me cae la baba y sube hasta Estocolmo, que es donde habita.
Cuando le veo en Skype me convierto en Hannibal Lecter y me dan ganas de comérmela.
Odita es arco iris y una de las características principales de este tipo de niños es que tiene la capacidad de cambiar la energía de su entorno, haciendo felices a los que estamos a su alrededor.
Este tipo de niños han empezado a venir hace poco pero cada vez vienen mas y por fin llegará un momento en el que en este planeta tenga mas peso el amor y la paz que el odio y la guerra.