Gracias a que tengo un don que me incita a reirme hasta de mi propia sombra soy capaz de vivir con este careto tan inusual.
Y digo bien inusual porque aunque mi prótesis facial se presta a ser descrita con múltiples epítetos a cual mas explícito prefiero remitirme al menos contundente.
Hasta que empezaron a salir al exterior los síntomas de una vida vivida lo único que tuve que afrontar con valentía era mi apéndice nasal.
Soporté con estoicismo amables sugestiones de almas bienpensantes que me veían "bellísima" tras una operación de estética nasal con bella nariz de tobogán.
Por nada del mundo habría dejado que algo o alguien tocara mi muy mío caballete nasal en el que apoyar mi indómito carácter.
Pena que alguien usurpara mis performances, ya que a este tema he dedicado algunas de las mejores.
La pregunta
La pregunta con el texto de Cundín