¿qué tendrá la Coca-Cola que cuando te acostumbras a ella te crea una satisfacción inmediata como ninguna otra bebida posee la capacidad de hacerlo?
El embrujo de la Coca-Cola me cautivó cuando, habiendo alcanzado un sobrepeso excesivo me puse en manos de un doctor de San Sebastian y me indicó, delicadamente, que de ahora en adelante mi bebida sería la Coca-Cola Light.
No daba crédito a lo que estaba oyendo. (mas tarde, el doctor Gallo, así se llamaba mi verdugo, me confesó que al ver la expresión de mi faz, pensó que yo no tendría arreglo). Se equivocó, adelgacé 20 kilos.
Nada mas salir de la consulta entré en el bar de enfrente y pedí la bebida conveniente, la cual me gustó.
Pensé que ya jamás iría a un bar ya que yo creía que el propósito de ir a un bar se basaba en tomar una copa, pero cual fue mi sorpresa que empecé a salir, discretamente y cada vez me animaba mas con la famosa bebida.
Me animaba muchísimo, tomaba muchas y aunque luego me costaba dormir, no me importaba porque me había divertido.
Esa temporada fue cuando tuve mi gran romance con la Coca-Cola.
Yo sabía que era una droguita disimulada pero no me importaba, me gustaba, me sentaba bien y me adelgazaba; dejó de interesarme el alcohol.
Me encanta la forma de la botella, los diseños de los anuncios, los diferentes sabores que adquiere según el agua con que esté elaborada, la de EEUU es muy diferente a la de aquí que está hecha con agua del Cadagua o por lo menos así me lo dijo un entendido.
Un dia que a mi hijo pequeño le dolía la tripa, el médico le recetó beber Coca-Cola.