Reconozco que adoro Bilbao.
No sé si tiene algo especial o no pero lo bueno que tiene es que me siento en casa.
He vivido en muchos sitios probablemente mucho mas interesantes que Bilbao, pero no eran mios.
Todo me resulta familiar, los nombre de las calles, las casas, los autobuses y qué voy a decir de la
plaza de Moyua nombrada como homenaje al hermano de mi abuelo Leopoldo que era el tio Fede, gran alcalde de Bilbao.
Hay cosas de Bilbao que me disgustan sobremanera, por ejemplo las farolas nuevas, tan arrogantes, la abundancia de esculturas compradas al peso y puestas al buen tuntún, sin criterio.
¿para qué estamos los artistas de Bilbao?
De momento, para hacer los deberes al ayuntamiento.
Sin embargo y a pesar de que no me gusta la sensación que me produce de ser una ciudad de nuevos ricos, me pongo de buen humor en cuanto cruzo el puente de Deusto y me meto por Ajuriaguerra para hacer lo que sea menester, generalmente ir a Goya, que además de abastecerme de muchas de las cosas que necesito, solo el nombre hace mis delicias.
Cada vez que veo la torre de Iberdrola de Pelli, la bibliotece de Moneo y las casas medio modernas, algunas tipo muestrario que hay por allí, pienso:
Si le trajera a mi madre, me diría: ¿a donde me llevas Blanca? Yo solo quiero ir a Bilbao.
Un día que le llevé a la Iglesia de Santa María de Getxo por la autovía me echó una bronca descomunal, asegurándome que me había perdido... enfín.
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