No he podido resistir la tentación de mostrar lo que estoy haciendo aunque está verde y probablemente no se entenderá pero estoy tan entusiasmada con mi nueva producción, cuya técnica inventada por mi y por la necesidad, después de pasarme el invierno discurriendo, ha llegado la época de la cosecha y la siembra ha dado sus frutos.
Jamás me he divertido tanto trabajando.
He hallado la horma de mi zapato.
De la nada, sin recursos, sin nada en que apoyarme, sin técnica, sin nadie a quien pedir consejo, estoy haciendo un proyecto que me complace enormemente.
Es tal la felicidad que me embriaga cuando consigo hacer algo partiendo de casi nada...
En este caso, de las cajas de cartón en las que me traen todo lo que pido por internet (reconozco que siempre he sentido atracción por el cartón), los envases del arroz y de mis perfumes o cremas y las invitaciones a expos o a lo que fuere, las fotos que estaban en una caja y mi superamiga la grapadora.
Así empecé, tontamente, sin pretensiones, dejándome llevar por lo que el día me deparaba y he aquí que de repente me encuentro con una obra, que, aunque todavía no ha llagado al punto álgido, va por buen camino.
Pronto podré empaquetar mis carpetas autobiográficas y serán mis juguetes favoritos.
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