domingo, mayo 04, 2008

INFORMATICA


Cuando la informática llegó a mi vida yo estaba a punto de cumplir 50 años y me daba miedo hasta coger el ratón.
En aquella época yo vivía en Los Angeles y se consideraba "computer illiterate" (analfabeto informático) a quien no supiera utilizar un ordenador.
Lo que me empujó a hacer el esfuerzo de seguir en el intento fue ver una foto de un cuadro mío en la web (la playa de Ondarreta que encabeza este post). Inmediatamente me dije: "eso es lo que deseo por encima de todo."
Empecé a tomar clases individuales de informática, además de lo que me enseñaban en la Pepperdine University que es a donde acudía para aprender-perfeccionar mi inglés.

Descubrí una tienda en Santa Mónica que me fascinó por lo que a mi entender en aquel momento representaba la modernidad: la ausencia de objetos.
La tienda consistía en un espacio vacío al que accedía el cliente y a través de una ventana-altavoz (de diseño ultra-futurista) le preguntaban qué deseaba (la labor de esa tienda era hacer CDs). Yo dejé las diapos de mis cuadros para que me hicieran un CD que luego sería mi portfolio. No se veía ningún ser humano, todo se negociaba a través del aparato, como en el torno de los conventos de clausura.
Al cabo de unos días recogí mi CD y cuando lo revisé, comprobé que no habían tenido en cuenta la firma, por lo que la posición de algunos de mis cuadros no correspondía a la realidad.
Encantada de volver a esa tienda que me parecía el paradigma de la modernidad, cuando intenté explicar el error, me invitaron a entrar por la puerta trasera.
Allí estaba el laboratorio en donde procesaban los CDs; me encontré en una tenebrosa e inmunda lonja, unos ordenadores viejos y polvorientos, papeleras desbordantes de basura, un ambiente maloliente, y un par de tipos medio barbudos de aspecto enfermizo a los que les costaba entender que la posición de los cuadros abstractos se interpreta por el lugar en donde la firma se puede leer con facilidad.
Comprendí que todo había sido puro teatro, una espléndida puesta en escena; así es casi todo en América: una pantomima.
Todavía conservo aquel CD que fueron incapaces de corregir.

7 comentarios:

  1. Que historia tan esclarecedora, bonito por fuera, feo por dentro.

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  2. @mar seco:
    Ya, la fachada es sensacional pero dentro lo mejor que te puedes encontrar es el vacío.

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  3. Esto me recuerda a cuando seducida por el chocolate brillante de un bombón el primer mordisco acaba convirtiéndose en una oleada de amargor porque en su interior esconde el típico mazapan alemán. Aunque la historia que explicas le da un toque dulce a lo más importante que es tu valentía.

    He estado cerca de tu tierra y no me quito el mono de verde que he desarrollado en estos cinco días!

    una sonrisa

    Pd: nunca te ha pasado que cuando acabas una obra, por descuido le das la vuelta y flas: te encanta!
    (o pensandolo mejor tal vez sea que yo pinto muy mal ;D)

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  4. @fetishfemina:
    Ya, casi casi casi todo lo que ofrece el mundo exterior seduce y luego defrauda, es como para empezar a reirse y no parar.
    ¿por qué te parezco valiente?

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  5. Pues me parece muy valiente que a los 50 años te atrevieses a enfrentarte a las aparentemente frías pantallas y teclados que por lo menos a mi cada día me llenan de sorpresas.

    Una sonrisa

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  6. @me cuesta la informática pero mas me cuesta relacionarme con los humanoides de carne y hueso.
    Respecto a lo de cambiar la posición de un cuadro sin quererlo y decidir que es perfecto así, estoy totalmente de acuerdo y es una gozada.

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  7. el último comentario va dirigido a fetish femina.

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