miércoles, mayo 14, 2008

UNA MUJER RUBIA

Siempre había sentido curiosidad por saber lo que se siente siendo una mujer rubia; tanto se ha escrito, hablado y filmado sobre el tema que decidí experimentarlo en carne propia.
Así que hace unos años, ni corta ni perezosa me volví rubia platino en plan Kim Novak.
Fué un cambio bastante radical que cambió mi relación con el exterior.
Hacía tiempo que muy pocas miradas se posaban sobre mi ya deteriorada figura; la edad, el sobrepeso, las arrugas, una vida vivida intensamente habían hecho su efecto y yo me había acostumbrado a pasar desapercibida.
Pero he aquí que, en cuanto me puse rubia, otra vez mi vida social se activó.
Si yo fuera socióloga podría desarrollar una tesis bastante interesante sobre la atracción que ejerce una mujer rubia.
Hasta los mínimos detalles se hacen visibles. Por ejemplo, desde que nací, el color de mis ojos ha sido verde. Pues bien hubo gente que no había reparado en ello y me preguntaba si me había puesto lentillas.
Ser rubia es encantador pero requiere un trabajo extra; no solo tenía que ir a la peluquería a menudo sino que tenía que pasarme horas esperando a que los tintes hicieran efecto y además el pelo se estropea, se encrespa, terminé harta.
Y además resulta carísimo.

2 comentarios:

  1. hay muchas mujeres con sobrepeso, arrugas y dinero que optan por ser rubias, yo te prefiero morena.
    Aunque te querria de cualquier color.

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  2. @mar seco:
    de momento estoy morena pero nunca se sabe lo que nos depara el destino

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