Salir de mi rutina matutina una mañana lluviosa y adentrarme en el corazón de Algorta resultó una experiencia encantadora.
No fue una elección premeditada, simplemente tenía cita con mi quiropráctico argentino que es capaz de quitar un dolor crónico en una hora y hacerte sentir como una persona nueva, dispuesta a empezar a vivir como recién llegada a este planeta. Simplemente tiene unas manos que hacen su trabajo perfectamente.
El lo sabe y las utiliza; se enorgullece de que sus pacientes se curan en un par de sesiones.
Un hallazgo en la cuarta dimensión.
Pues bien, antes de visitar a Adrián, que es el nombre de mi quiropráctico surfero, me paseé por Algorta, cámara en mano bajo un agradable sirimiri del que hacia dias no disfrutaba, no porque haya escasez, eso no suele ocurrir en el pais de los vascos, sino porque mis mañanitas las dedico a mi compañero favorito, mi iMac.
Andar despacito invita al paseante a fijarse en recovecos en los que nunca antes había reparado y encontré verdaderas delicias en este pueblo encantador cuyo atractivo es fácil de detectar a juzgar por los extranjeros que se instalan en Getxo; casi todos lo hacen en Algorta.
¿por que será?
No hay comentarios:
Publicar un comentario