Los caseríos antiguos convertidos en restaurantes tienen un encanto especial; comer en estos caseríos, gracias a Dios hay bastantes tanto en Iparralde como en Hegoalde, hace que me sienta bien.
Además, de conservar los caseríos y las costumbres ancestrales, no olvidemos que el pais de los vascos data de hace muchos siglos y llegó a ocupar hasta Numancia, suelen tener unos chefs excelentes que dominan la cocina tradicional añadiendo a veces las novedades de la nueva cocina, pero la base siempre es la de siempre, así como las salsas y los productos de la tierra y del mar: los mejores.
El Cantábrico, por sus cualidades específicas, produce un pescado cuyo sabor es inmejorable y los vascos hemos sabido cocinarlo respetando su sabor sin casi tocarlo.
En Guipuzcoa le ponen cebolla y en Bizkaia, ajo.
Por lo demás, aparte de la salsa vizcaina y pilpil para el bacalao, la negra para los txipirones, la verde para merluza y kokotxas, no creo que nos metamos en demasiados berenjenales.
Yo casi no sé cocinar pero sé apreciar y disfrutar.
Recomiendo el Museo del Barco a quien quiera disfrutar de una jamada completa, con postres calientes incluidos, sin temor a equivocarme.
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