Yo creo que lo que me llevó a entusiasmarme con las telas pintadas fue la impresión que hicieron en mi las telas de Zurbarán.
Me impresionó tanto poder reconocer las texturas de las telas, distinguir las luces y las sombras que me quedé pasmada frente a sus cuadros en el museo del Prado la primera vez que fui, siendo muy joven, ya que a los 13 años me internaron en la Asunción de Santa Isabel y para mi, todo el atractivo de Madrid se encontraba en el museo del Prado, era como ir al cielo.
Desde entonces he pintado mucha sábanas y he filmado y fotografiado, aparte de reconocer el arte de tender la ropa, el cual considero que no está suficientemente reconocido y valorado.
Tengo una amiga interesantísima, Dorita Castresana, experta en macrobiótica tras sus estudios con Michio Kushi, que, a pesar de vivir en Algorta, como teníamos una amiga común, Rafaela que tenía un caserío en Laukiz, se molestaba en tender sus sábanas allí para potenciar la energia del sol en su colada.
Evidentemente el grado de sibaritismo de Dorita es muy elevado.
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