miércoles, abril 18, 2012

GEISHAS














Desde que recuerdo mis primeras impresiones sobre mi relación con la vida, casi todo me ha venido al encuentro sin saber que lo necesitaba ni tan siquiera, en muchas ocasiones, de qué se trataba, es decir, sin estar preparada para apreciarlo.
Solamente a través del primer impacto tomaba la decisión de enterarme en qué consistía el episodio.

Empecé sabiendo que quería ser pintora sin saber lo que era la pintura, me enamoré sin saber lo que era el amor, parí sin tener ni idea de lo que significa ser madre, me fumé un canuto en NY sin saber que existían las drogas, conocí la existencia de Prem Rawat y su mensaje y no me enteraba de nada, como si me hablaran en idioma navajo.

Me fui a Japón sin saber que era el templo de la estética y aquí me paro para explicar que soy así.

Simplemente las cosas vienen a mi encuentro y casi nunca estoy preparada para disfrutarlas por ignorancia y/o falta de información.

Lo bueno que tengo es que dejan en mi una estela de curiosidad que me incita a estudiar el tema y así lo hice con Japón, así que inmediatamente empecé a ver películas de Kurosawa, leer libros de Mishima y cuando estuve en la Pepperdine me apunté a una asignatura que se llamaba tea ceremony, ya que cuando en Japón asistí a una ceremonia del té, me quedé petrificada, así como cuando asistí al teatro kabuki aunque salía de vez en cuando a tomar algo porque mis nervios no estaban preparados para tanta lentitud.

Hoy en día adoro Japón y soy adicta a sus arquitectos, directores de cine, literatos, jardines, monasterios, modistos...

Me gusta tener el cutis muy blanco y me encantaría vestirme con la ropa de Issey Miyake aunque para la vida que yo hago resultaría impropio.

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