Lo bueno de ser una artista sin éxito aparente, por no decir fracasada, es que me permito el lujo de hacer lo que me da la gana y a mi entender ese es el verdadero arte de vivir, que es el que me interesa.
Atrás quedaron los tiempos de mis playas y mis caseríos cuando exponía en Madrid y volvía a casa con las alforjas repletas y a punto de volverme loca por el estrés que me causaba el éxito.
Lo de ganar dinero me gustaba, pero lo pagaba demasiado caro.
Yo no soporto hacerme la simpática, ser educada, aguantar entrevistas de periodistas sin interés estético, que la gente se sienta con derecho a interrumpirme, televisiones que te tienen esperando dos horas y no aparecen, etc. etc.
Una mañana muy tempranito, me dije: me vuelvo al caserío.
Llamé a Ibería, cogí un avión a las 8 de la mañana y me volví a la aldea en donde mi vida transcurre pausadamente, haciendo mi autobiografía sobre cartones, visitando a mi madre y viendo a mi gente cuando me apetece charlar un ratito.
Ir a Eroski hace mis delicias.
Pillar cartones en las basuras, recopilar fotos de familiares y amigos, regocijarme en la composición, esa es mi vida y mi destino.
Y sin darme cuenta, me veo en Saatchi Gallery que es la galería que más me gusta del mundo.
Definitivamente he nacido con suerte.
música: No. 24 In D Minor, Allegro Appassionato Bella Davidovich (P) Chopin Preludes -
Buena elección, pero lo de interrumpir no tiene arreglo.
ResponderEliminarParabens por lo de la Galeria
Si no eres famosa, solo te interrumpen cuando estás hablando, pero a mi, en Madrid, me tocaban en la puerta cuando estaba en el cuarto de baño.
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