El puente colgante de Portugalete ha formado parte de mi historia desde mi más tierna infancia, no siempre con agrado.
Antes de casarme, vivía con mi familia en Bilbao y veraneábamos en Santurce, en una casa encantadora con vistas al Abra, rodeada de jardines, huertas, árboles frutales y gallinas.
Allí nuestra vida era apacible y agradable, hasta que me hice adolescente y empecé a querer salir con mis amigas y con chicos que vivían en la margen derecha.
Es entonces cuando el puente colgante comenzó a tener una importancia excesiva en mi vida, ya que tenía que estar en casa a las 10 de la noche, lo cual suponía tenerme que marchar de todas partes en el mejor momento.
El 13 de julio de 2006 fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, siendo elegido entre un total de 37 candidaturas.
A veces le llaman "Puente Palacio", en honor de su arquitecto, el ingeniero Alberto de Palacio
Luego me casé, vine a vivir a Getxo y ahora el puente colgante de Portugalete me parece el más elegante que hay en Bilbao.
Una vez estuve en Rochefort, Francia y allí también pasé por su puente colgante. Me gustó.
Me encantan los puentes.
El que más me ha llamado la atención es el de Curacao; nunca había visto nada semejante.
El truco son los puentes que ponen en contacto una orilla con otra, el puente desde intelecto al corazon es lo que nos completa, el puente de la respiración que nos mantiene vivos, son conexiones.
ResponderEliminarMe interesa mucho tu comentario.
ResponderEliminarYo también aprecio la simbología de los puentes, me gustan todos por la función que cumplen y el ingenio de los seres humanos, esa necesidad de unir de conectar.