Reconozco que aunque me he aburrido bastante en mi vida, la balanza de la diversión pesa mucho mas.
Y de todas mis diversiones creo que siempre he alcanzado los más altos resultados en India.
India es diferente de verdad.
India es la vida en estado puro.
Están en las alturas.
He pasado muchas y largas temporadas en Delhi, casi siempre en el ashram de Aurobindo que es donde me siento a gusto.
Y desde ese lugar en donde me siento como en mi casa, donde me conocen y me saludan por la calle, donde me invitan a casas y aprendo a comportarme como una india, vestida con bonitos vestidos del Punjab hechos a medida, me recorro Delhi para conocer diferentes ambientes.
Tengo mi chófer particular que es un sikh muy elegante y me trata como a una princesa.
Me espera horas mientras hago mis diligencias.
La razón por la que voy a Delhi es para ver y escuchar a Prem Rawat, pero los eventos suelen durar tres días y el resto del tiempo lo dedico a mis asuntos:
_ir al médico ayurvédico.
_hacerme masajes a cuatro manos.
_probarme los vestidos.
_frecuentar los salones de belleza.
_cenar en lugares paradisiacos en donde mientras te sirven delicias los músicos te deleitan con música en vivo e incluso las bailarinas danzan maravillosamente.
Las conversaciones que mantengo con los indios superan mis expectativas, nunca llegaría tan alto con un occidental.
Su sentido del humor es máximo.
Me rio tanto que exploto. Son exageradísimos.
Yo me dejo llevar.
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