Hace treinta años pedí las técnicas del conocimiento y me fueron reveladas.
Desde entonces, aunque he tenido altos y bajos debido a mi falta de disciplina, no olvidemos que discípulo viene de disciplina, ya estoy encarrilada y no me separo ni un milímetro de mi compañero de vida.
Prem Rawat, mi Maestro, me enseña a encontrar dentro de mi todo lo que necesito:
consuelo en mis momentos tristes, amor incondicional, claridad para resolver mis asuntos, fuerza para afrontar las circunstancias de la vida...
Cuando estaba sola en este mundo, o sea cuando no tenía al Maestro, me sentía tan débil, tan desamparada que no sabía donde meterme.
Me asustaba la vida, las responsabilidades, la gente, me sentía incapaz de hacer nada.
Me impresionaban las personas que se movían a mi alrededor con desenvoltura, felices, satisfechas, sin miedo a la vida.
Yo me ahogaba en un dedal.
El miedo fue mi compañero de viaje hasta que reconocí a Prem Rawat como mi Maestro.
Desde pequeña tenía miedo a todo:
A llegar tarde al colegio, a sacar malas notas, a no entender las matemáticas, a no tener plan los domingos, a caerme patinando y así pasaba la vida con mis miedos, hasta que harta de sentirme tan desamparada pedí a Prem Rawat que me ayudara y así lo lleva haciendo desde entonces.
El agradecimiento que siento hacia él es indescriptible.
Solo pienso en como devolverle en alguna medida lo que hizo y hace por mi.
El dice que con que yo sea feliz ya se siente recompensado, así que me dedico a ese fin que no está mal, ese mi trabajo.
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