Mis placenteros, sanadores e interesantes jueves forman parte de una pieza importante en el rompecabezas de mi vida.
Son enriquecedoras bajo todos los puntos de vista.
Para empezar, estar con mi amiga del alma Rosa Sin Espinas es un regalo del cielo ya que entre nosotras hay un entendimiento que transciendo lo temporal.
Por otro lado, estar con Lee es un privilegio, he encontrado una persona muy sabia, responsable, consciente y que realmente cura con sus agujas.
Estar en la sala con los demás pacientes, todos con las manos llenas de agujas, impresiona y las conversaciones que nos integran están basadas en temas que solo en ese lugar especial pueden tener lugar.
Nadie quiere sufrir ni vivir con dolor y gracias a Lee, nuestras vidas van adquiriendo una calidad que la medicina alopática y sus medicamentos no la proporcionan.
Después de comprar las anchoas en Lolín, Rosita y yo nos vamos al cada dia mas decadente hotel Miramar donde disfrutamos de un espléndido menú, que durante la época baja, baja también el precio conservando intacta la calidad.
Utilizo el pleonasmo a menudo porque me gusta insistir.
El pleonasmo añade expresividad a lo dicho, mientras que sobre el puerto y la ciudad se mecen las sobrillas del restaurante al aire libre, del Miramar, y las conversaciones de ellas dos, se funden con la música en este octubre gozoso
ResponderEliminarPerdón, quise escribir sombrillas no sobrillas
ResponderEliminar@Natalia Manur: Menos mal que has hecho esa aclaración porque desde un punto de vista surrealista creí que te referías a las sobras que quedan en los pueblos veraniegos.
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