A menudo me pregunto el motivo y la razón de que el pensamiento único , colectivo, igualado, plano, evidente, superficial, de rebaño, sea el que tiene las armas del poder.
Y me refiero a armas en todo el sentido de la palabra.
Sin ir mas lejos y sin meterme en polémicas que podrían resultarme demasiado caras, y como dijo Zizek en la albóndiga de Bilbao, cuando le preguntaron su opinión sobre ETA contestó que no tenía intención de decirlo porque no quería ir a la cárcel.
Así me pasa a mi con muchísimos temas concernientes a todos los ámbitos de la vida y uno que me llama la atención sobremanera es la facilidad que tienen algunos para pegar carteles y las dificultades de otros.
Y profundizando un poquito mas en el tema, extrañamente noto que la diferencia estriba en el contenido:
los carteles que van dirigidos a adormecer las mentes ya de por si de índole vago, se muestran sin pudor, a lo grande, invadiendo el espacio visual del viandante sin su autorización.
Sin embargo, los carteles que invitan a la reflexión, , al cambio, al desarrollo del pensamiento individual, se ponen clandestinamente, a oscuras, deprisa, a escondidas, con el temor de ser atrapados por los que hacen la ley en Vitoria_Gazteiz.
Cuando hice la serie de grafitis en India y en Euskadi, la diferencia era notoria.
Los del pais de los vascos eran rápidos, gritos en las paredes, mientras que los de Delhi eran poesias pintadas sin miedo y sin prisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario