jueves, enero 12, 2012

FRUSTRACION EN EL GUGGENHEIM BILBAO
















Desde que Thomas Krens dejó de dirigir el Guggenheim de Bilbao, las normas ya bastante restringidas, se han vuelto intolerables.
Que no permitan sacar fotos a las obras de arte es ya un clásico en este espantúpido Bilbao como decía Jose Luis Merino y lo aceptamos como mansos corderitos, como aceptamos encantados de la vida, las becas del gobierno vasco que insultan nuestra dignidad y nos humillan creando grupos de consagrados versus artistas callejeros.

El desprecio manifiesto hacia los artistas se coteja en todos los ámbitos de la estética.
Los farmacéuticos dirigen los museos, los médicos son alcaldes, los abogados se ocupan del urbanismo y los artistas barren las calles o sirven copas.

Lo del edificio de Gerhy ha llegado a extremos de tal nonsense que podrían publicarlo en el Hola.

Cuando yo vivía en LA, Gehry era muy respetado, empezando por mi.
El vivía en Santa Mónica a donde yo iba a menudo ya que viviendo en Malibu, es necesario acudir a la ciudad para casi todo.

Ghery había diseñado con mucha sabiduría varios edificios emblemáticos a los que yo acudía regularmente, como el Centro Comercial  y el museo de Arte .


Santa Mónica está abarrotado de obras de Gerhy.

No es de Ghery de quien quiero hablar ni de su arquitectura, sino de las reglas que rigen el Guggy Bilbao:

No sacar fotos excepto en el atrio, no filmar a los conferenciantes, no preguntar a loa agente cuidadores donde están los cuadros porque no tienen ni idea, o sea, ni te molestes.

Yo he estado tres veces expuesta en el Guggy Bilbao y para poder asistir al visionado de mi video tuve que pedir permiso directamente al director a través de su secretaria.

Lo que sucedió en la conferencia de Mieke Bel era la primera vez que me sucedía y toda la historia fue tan poco convincente que prefiero olvidarla.

Antes de ayer monté el minivideo con música de Eskorbuto, grupo seminal del punk vasco y ayer me encuentro en la última página del Correo con tal esperpento que no sé si reirme o llorar o comprarme una tv de plasma.

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