Sigo e insisto en que mi amigo Fray Luis de León tenía razón cuando decía ¡qué descansada vida....
Debido a una caída indebida sobre el hueso sagrado que sostiene mi pesado cuerpo, he estado casi inmovilizada durante tres semanas soportando unos dolores insoportables a pesar de doblar la medicación prescrita como aconsejaba Dr Feelwood años ha.
Pues bien, ayer me encontré mucho mejor, así que me fui a la peluquería y aterricé en Zampa.
Había olvidado que a los bares no se va para mantener conversaciones de cierto nivel personal ni intelectual sino a decir bobadas y terminar lo antes posible antes de que te interrumpan aunque incluso una frase que contenga mas de siete palabras es casi imposible que llegue a su final sin una inocente interrupción de alguien que corta los hilos energéticos que se habían creado entre tu agradable encuentro con un amigo querido y tu misma.
Después de haber estado tres semanas sin salir de casa y comunicándome a través de internet, había olvidado la ley de la calle.
No importa, no tardé mucho en ponerme al día y al cabo de unos minutos, recordé aquellas maneras de comportarse en un bar que las tengo bien aprendidas y volví al origen.
Me divertí, me reí y volví a mi silenciosa casa en donde puedo pasar del estado callejero al monacal sin que me cueste el mínimo esfuerzo ¡que paz!
Tu serie de memorias tienen un "nosequé" especial.
ResponderEliminarSon genuinas, forman parte de mi vida, todo mi trabajo es autobiográfico.
ResponderEliminarTodo lo que sale del corazón sin otro fin que el del sentimiento tiene ese algo especial.