jueves, junio 14, 2012

MOTHERHOOD













La verdad es que la maternidad me pilló desprevenida.
Tenía 21 años cuando nació mi hija Beatriz y me pegué un susto tan grande que todavía no se me ha pasado.
O me habían engañado o yo era la única mujer en el mundo incapacitada para tener hijos.
Inmediatamente decidí, justo cuando llegué a la repugnante clínica a las 3 de la madrugada, asustada como un conejo, cuando me recibieron en la oscuridad dándome a entender que no son horas de parir, que eso no era para mi.

Todavía no he olvidado aquella noche siniestra en la que me sentí la mujer mas miserable del mundo, con unas monjas que me maltrataban y me decían: sufre, sufre, y si no, no haber follado (no lo decían en alta voz, pero lo pensaban... yo a veces leo el pensamiento).

El mundo no se va a quedar despoblado porque yo no tenga hijos y hay millones de mujeres generosas dispuestas a procrear con entusiasmo.

La niña me encantaba pero la vida que yo hacía se acabó.
Perdí la conexión con mi mundo y me convertí en una esclava de aquel ser diminuto que exigía mi atención día y noche.

Eso sucedió el 13 de junio, ayer hizo 45 años y hoy doy gracias a Dios porque me alegra conocer a esa niña que alegra mi vida.

Alos 23 años ya tenía 3 hijos y no tenía ni idea de lo que hacer con mi vida.
Siempre cansada, no pintaba ni pensaba, solo estaba asustada.

Todo lo demás es historia.
Algún día os la contaré.



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