¡que feliz soy en París!
En París tuve la experiencia mas importante de mi vida: reconocer a Prem Rawat como mi maestro.
Conocía su existencia e incluso sus enseñanzas desde hacía nueve años pero no me enteraba de nada, estaba anestesiada.
En París, ante su presencia comprendí que me encontraba ante una persona extraordinaria de la que no quería separarme jamás y ahí sigo treinta y un años después.
Aparte de este asunto que es el pilar de mi vida, París me encanta porque mi espíritu es francés y me siento mas parisina que española.
Me gusta vestirme en París, ir a la peluquería, los museos, las exposiciones, comer chez Lipp, tomar un café crème chez Flore, los desayunos, los bocatas, los croissants, los escaparates, las tiendas vintage en la rue des Beaux Arts, l'Hotel, los petits bistros a orillas del Sena, los libros de viejo, la música, la amabilidad de los hombres con las mujeres...y muchas mas cosas que me tocan el corazón.
A veces la gente comenta que los parisinos no son gentiles y reconozco que en Francia, para sentirte a gusto, es necesario hablar francés.
Rara vez un francés se molesta en aprender idiomas.
Y para poder conocer y disfrutar de la exquisitez de la cultura francesa es casi imprescindible hablar la lengua de Molière.
Incluso los grandes filósofos que marcan las pautas del arte, Foucault, Deleuze... son franceses.
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