martes, septiembre 25, 2012

PERCANCE EN LA PELUQUERIA











Desde mi mas tierna infancia he dado mucha importancia a mi pelo.
De pequeña tenía trenzas con flequillo.
Daba gracias a Dios de que mi madre hubiera decidido ese peinado para mi, ya que a la mayoría de las niñas de mi edad les hacían tirabuzones, lo cual era mucho mas trabajoso y para mi estilo, ya un poco rebelde desde que nací, me resultaba cursi.

Por fin, cuando cumplí 12 o 13 años, pedí de regalo de cumpleaños que me cortaran las trenzas y me dediqué a buscar un peinado que se ajustara a mi mentalidad.
Siempre he pensado que si tengo un buen peluquero no voy a necesitar un psiquiatra ya que todo en la cabeza está muy relacionado.

Durante la adolescencia estuve interna en Madrid y en Burdeos así que hasta que volví a Bilbao con 17 años y con ganas de poner en práctica todos los sueños que había ido almacenando mientras me empapaba de la literatura francesa,  lo primero que hice fue ocuparme de tener una bonita melena; me hacían moños preciosos y enseguida me aficioné a los sombreros y pamelas enormes.

Pronto me casé y empecé a viajar.
En Paris descubrí la peluquería Jean Louis David y creo que nunca en mi vida me he sentido mas guapa que cuando me hicieron lo que consideraron oportuno.

Ahora la tengo cerquita de mi casa, en el centro comercial Artea; la técnica y los productos son los mismos;  no es París pero me arreglo.



2 comentarios:

  1. Jajajaja, qué divertido, Blanquita...cómo te lo pasas....qué sinsorga!!
    Me gusta mucho.

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  2. Imagínate la que se armó!!!
    Me encantó conocer a Txema. Llevaba años oyendo hablar bien de él, primero a Millán Bilbao y luego a Ricardo Goyoaga.

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