viernes, octubre 05, 2012

MY CATHOLIC EDUCATION 3











Nací rebelde.
Mi madre me cuenta que ya desde que iba en el coche con faldones me arrancaba los lazos.
Mi madre sabía que yo era rebelde porque las madres notamos casi todo lo que pasa por las cabezas de nuestros hijos pero el amor hace que disimulemos y les queramos y aceptemos como son.

Yo considero que nunca expresé mi rebeldía.
Iba al colegio, sacaba buenas notas, me mandaron interna y no protesté, iba a misa todos los días, me vestían de niña pequeña con pamelas con cerezas para ir al parque y a pesar de lo mal que me sentía por dentro, obedecía y mi rebeldía iba creciendo mientras externamente era una monada que decía si a todo, incluso cuando el chico que me gustaba me dijo que quería que fuéramos novios y a mi no me gustaba esa etiqueta terminé diciéndole que si.

Y así con todo hasta que empecé a fumar hachis y descubrí el santo advenimiento.

Empecé a notar que tenía derecho a hacer lo que me apetecía, lo cual consistía en dar la vuelta al guante de mi vida.

Dejé de jugar al golf, empecé a ir a La Pianola que era un bar muy carismático con buena música y gente libre.

Tiré por la ventana mis trajes de chaqueta y mis abrigos de piel y me compré unos vaqueros, me encargué unas botas en Villarejo, me quité las mechas, me dejé crecer el pelo y a patinar.

Seguía yendo a clase, estudiaba BBAA y empecé a reivindicar mis derechos como artista en libertad.

Por supuesto dejé de practicar la religión católica que me la habían metido a la fuerza y en la que nunca había creído y me dediqué a divertirme y a sacar todas o muchas de las frustraciones que había guardado en silencio durante años.

Por supuesto que mi nueva actitud no gustó al que entonces era mi marido ni a mi  familia pero yo ya había probado las mieles de cierta libertad y ni por asomo estaba dispuesta a dar marcha atrás, así que todo terminó como el rosario de la aurora como era de suponer.


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