Ayer me llamaron por teléfono para invitarme a publicar mi trabajo en una revista de arte.
Dije que ante todo necesitaba ver la revista para saber si yo consideraba que lo que hago concuerda con la línea de la publicación.
Me enviaron un mail con el web de la revista, así que pude comprobar que no está digitalizada.
Reconozco que me pilló de sorpresa.
Hace tiempo que solo veo revistas analógicas en la peluquería y no precisamente de arte aunque el Vogue, que es mi favorita, está considerada como una obra de arte en sí misma.
Miré el Facebook de Revistart y no me disgustó.
Ultimamente algunas personas me preguntan el motivo por el que he dejado de pintar al óleo.
Contesto cualquier cosa para escapar del interrogatorio y no le doy mas vueltas.
A veces insisten hasta tal punto que me siento obligada a replanteármelo y he comprendido lo ridículo de la pregunta cuando tengo un almacén lleno de cuadros que no se vendieron en las exposiciones.
Y ya, cuando las preguntas se hacen mas concretas y hablan de lo maravilosos que eran los toldos de Ondarreta tengo que hacer de tripas corazón para mantener la calma.
Reconozco que tengo carácter y que a menudo me dejo llevar por el genio.
Sin embargo, lo que nadie sabe, es la cantidad de veces que me controlo haciendo esfuerzos titánicos para mantener las formas ante opiniones sin argumento.
Detesto la ignorancia pero la estulticia me pone enferma.
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