Tengo tanto miedo a los riesgos físicos que agradezco que haya personas capaces de poner en peligro sus vidas para ayudar a los demás.
Los deportes de riesgo no me entran en la cabeza.
Hace muchos años me monté en la montaña rusa de Méjico DF que a la sazón estaba considerada la más alta del mundo y pasé uno de los peores ratos de mi vida.
Más tarde me encapriché con un Ossa 2 y medio todo terreno y terminé como el rosario de la aurora.
Doy gracias a Dios todos los dias de que mis hijos no sean toreros ni alpinistas ni hagan parapente ni puenting ni les dé por jugar a ir por el lado contrario de las autopistas.
Y los que se suben por paredes verticales... me dan escalofríos.
Con lo agradable que resulta meditar sentada o tumbada y dejar que la adrenalina se disipe por cauces serenos.
Y si quieres mas movimiento también están las artes marciales que enseñan a comportarse en la vida y a reaccionar como lo han hecho los japoneses, con dignidad y respeto.
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