Mi autobiografía sobre cartones es uno de los proyectos mas ambiciosos en los que he trabajado.
En realidad, es como una encantadora rama del descomunal proyecto de conocerme a mi misma a través de las técnicas del conocimiento de uno mismo que me reveló Prem Rawat y que bajo su atenta dedicación sigo cavando dia tras dia sin descanso, descubriendo en mi interior tesoros valiosísimos que me hacen muy feliz, ya que vivir en el asombro resulta realmente fascinante:
El asombro de asombrarme de mi misma.
Enfín, estos humildes cartones con objetos reciclados, guardados, encontrados, contienen toda la poesia de una vida vivida intensamente.
Desde que nací quise SABER, SABER TODO y a ello me dediqué en cuerpo y alma a pesar de que nada ni nadie de lo que me rodeaba acudía en mi auxilio.
Incluso los libros me eran vetados.
En casa de mis padres había muchos libros y muchas bibliotecas pero había una vitrina cerrada con llave en donde se encontraban los libros prohibidos, que eran justo los que me interesaban.
Gracias a Dios tuve la buena fortuna de que me mandaron interna a Francia para aprender francés y allí, además de francés aprendí todo lo que aquí me había sido vetado.
Francia fue mi paraíso.
Allí me encontré a gusto, allí yo no era una niña demasiado sabihonda ni repipi como lo era en Madrid, en donde estuve interna tres años sin aprender nada interesante, excepto latin, griego y a pintar al óleo copias de calendarios.
En Francia me desquité. Leí toda la literatura francesa y la rusa y afloraron en mi sentimientos de todo tipo que hasta entonces los había tenido escondidos bajo llave para que no me quemaran en la hoguera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario