He pasado tantas veces por el quirófano por necesidad y aunque reconozco que en el momento en el que la anestesia me empieza a hacer efecto disfruto muchísimo, el postoperatorio nunca me ha resultado agradable a pesar de los atentos cuidados de las encantadoras enfermeras del hospital de Cruces y de la morfina que me inyectan a gogo.
Pues bien, aparte de la parte que no me resulta placentera, la idea de cambiar la expresión de mi rostro nunca me ha atraído, muchísimo menos modificar el caballete de mi nariz que forma parte de la genética heredada de mis antepasados de la que me siento muy orgullosa.
Resumiendo, que aunque sé que cuidándome un poquito mas podría estar más linda, mi apetito feroz y el cansancio que me invade cuando llego a mi cuarto por la noche, me impide cuidarme el cutis como debiera.
Leí un libro autobiográfico escrito por uno de los cirujanos plásticos mas afamados de NY con consulta en la 5ª Avenue cuyo nombre no recuerdo, en el que aprendí mucho sobre ese tema tan analizado sin llegar a conclusiones definitivas.
Pues bien, este doctor que hablaba desde su experiencia propia y con humildad contaba como desde su mas tierna infancia quiso ser médico para ayudar a los demás, explicaba cabalmente que era exactamente lo que estaba haciendo, ya que a su consulta acudían personas de todas las edades, acomplejadas y sufriendo desesperadamente por algún rasgo físico del que se avergonzaban.
Salían tan felices de su consulta cuando ya la operación se había realizado y se veían como antes solo lo hacían en sueños, que realmente el doctor reconocía que ayudaba a la gente a ser feliz.
Entonces comprendí lo que puede suponer para una mujer insatisfecha con su físico, tener la capacidad de hacerse un arreglito.
El doctor Chams parece ser que inyecta vitaminas y hay diferentes opiniones respecto a sus métodos.
Mi canon estético difiere del que marca la estética holliwoodiense.
Mi ideal, el que me gustaría aplicar a mi misma, sería:
_estar mas delgada (para lo cual tendría que comer menos y mejor)
_tener el cutis perfecto con sus arruguitas, su expresión, bien hidratado y nutrido (para lo cual tendría que limpiarme todos los dias por la mañana y por la noche)
_el pelo ya me lo cuidan en la peluquería o sea que lo tengo a mi gusto.
_no tener que ponerme gafas (por mas que lo intento no consigo ponerme yo sola las lentillas a pesar de que intentan enseñarme a hacerlo y yo lo deseo pero tengo una dificultad, quizás torpeza.
Soy Carmen. Estoy totalmente de acuerdo con tu canon de belleza y lo de las lentillas es cuestión de práctica y paciencia, como todo en la vida. Yo las llevo desde hace casi 30 años y estoy encantada, lo malo es que ahora con la presbicia tengo que poner gafas de cerca para leer, aún llevando lentillas. Un abrazo.
ResponderEliminarYo no consigo aprender a ponérmelas.
ResponderEliminarTendré que seguir intentándolo.