El susto seguido de disgusto que supuso para mi lo que ayer sucedió, me ha hecho comprender que
la verdad es la auténtica revolución.
Yo soy una revolucionaria porque digo muchas verdades.
No digo la verdad a los que me pueden hacer daño directamente, como puede ser la policia o los jueces o a los que puedo hacer daño yo como a mi madre por ejemplo cuando canta las glorias del PP y de la iglesia católica y/o cuando habla de los homosexuales.
Me callo y me guardo muy mucho de decir lo que sé, no ya lo que pienso sino lo que sé de muy buena tinta porque le quiero y le respeto demasiado.
Considero que en ciertos casos la verdad solo sirve para hacer daño y en esos momentos mantengo el pico cerrado.
¡Ay amigo! pero lo que pasó ayer ha traspasado las fronteras del respeto y de la ley.
Alguien a quien no le gusta que mi madre hable, porque ella, a su manera y a pesar de sus ideas derechistas católicas y monárquicas, sabe mucho y no miente y le gusta hablar delante de la cámara ( a nadie le gusta guardar secretos, ocupan mucho espacio).
Pues bien, ultimamente he estado haciéndole entrevistas de diferentes estilos.
Por un lado para ayudarle a vender las chaquetitas que hace para sacar dinero para las misiones, y ya puestos, le hago preguntas sobre su vida que ha sido larga intensa e interesante.
He aquí que, ayer me encontré con la desagradable sorpresa de que alguien, usurpando mi identidad había suprimido los 5 videos en los que entrevistaba a mi madre con su beneplácito por supuesto.
Solo en una comisaría o en un juzgado te entrevistan a punta de pistola pero nosotras lo hacíamos alegremente, en equipo, ambas disfrutando del éxito que había empezado a tener le venta de las chaquetitas desde que publicaba las entrevistas en internet.
De paso a mi me ha hecho puré porque he tenido que empezar de nuevo y he adquirido este nombre que se ajusta muy bien a mi apellido así como a la educación recibida: Blanca Oraa Pro Nobis.
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