Me encanta conocer gente de todo el mundo y comunicarme con ellos desde el feeling.
Reconozco que hablando el idioma, la comunicación resulta mas fluida pero si me siento a gusto con alguien aunque solo sea por el placer de sentirme a gusto sin mas, yo ya estoy contenta.
Lo que me pone enferma es la tontería, la mia propia para empezar.
Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para quitármela pero reconozco que me cuesta.
Es como si hubieran nacido con una impronta de tontería que ha ido creciendo con el tiempo y a pesar de mis esfuerzos por eliminarlo se recupera y vuelve a crecer por donde menos lo espero.
Cuando estoy sola no requiere mi atención, pero cuando me encuentro con alguien que habla desde el ego, el mío saca un resorte y salta cual saltamontes y como me coja desprevenida tengo que hacer esfuerzos titánicos para reducirlo.
Mi trabajo como artista es solo el soporte para mi tarea primordial que es el conocimiento de mi misma.
Casi casi podría asegurar que el hecho de ser un agente cultural es un campo muy propicio para ir limando mis asperezas, las cuales prioritariamente están ligadas a un ego mayúsculo, ridículo, parecido a un trozo de hielo que se derrite en segundos.
Cuando era pequeña veraneaba en Santurce y me trataban como si fuera de un material diferente al resto de la gente, casi siempre sola en el jardín al cuidado de una mademoiselle.
Mis hermanos disfrutaban de cierta libertad y me daban envidia pero yo no debía subirme a los árboles ni mancharme mis lindos vestiditos, intentaron prepararme para agradar a los demás.
Todos me querían pero por dentro yo me rebelaba y pensaba:
"por lo menos lo que yo pienso es solo mío" y de momento me conformé con eso.
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