Todavía quedan restos de un Bilbao industrial, gris, provinciano y con encanto, pero no creo que los que vengan de nuevas al "botxo" sean capaz de encontrarlos.
Yo sigo recreándome en lo poco que queda de aquel Bilbao tan mío en el que nací y viví y volví hasta que me hice a la vida de pueblo, metida en mi estudio y pasando de ajetreos citadinos.
Ya no hay hornos altos ni llamas en la noche, pero la ría sigue teniendo su encanto a pesar de que faltan los astilleros, las botaduras, los ferros...
Me gusta ir a Bilbao por la ria cuando hay poco tráfico y deleitarme en lo que queda de la margen izquierda desde la derecha.
Y pronto ya Zorrozaurre será un recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario