Me sentía tan afectada por la sensación de drama general que se respira en la atmósfera que me di cuenta de que antes me reía constantemente y de que echo en falta esa risa permanente que compartía con mucha gente.
Recordé que cuando mis hijos eran pequeños hacía tonterías con mi cara para hacerles reir, así que ni corta ni perezosa utilicé el ordenador para hacerme reir a mi misma y lo conseguí facilmente sin provocarme mas arrugas de las que tengo.
Entre mis múltiples cualidades de artista multidisciplinar está la de payasa, para la cual estaba muy dotada hasta que me casé, ya que mi exmarido detestaba que hiciera gestos feos con la cara y yo, sumisa y enamorada, dejé de lado esa afición.
También en algunas ocasiones he utilizado esos espejos en los que te puedes ver de perfil y solamente viéndome la nariz ya me divierto: realmente tengo una nariz difícil, digna de profundo análisis y estudio de forma y composición.
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